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| La Cerca de En Medio |
Ya fuera del Plan General, cuya redacción avanza despacio, un Estudio de Detalle para viviendas de obra nueva en la Cerca de En Medio (o Enmedio) ha sido aprobado por el Ayuntamiento y sometido brevemente a información pública.
Se ha alegado –y es una inquietud que compartimos– que por el impacto de las obras previstas, debe tramitarse un procedimiento de evaluación ambiental estratégica, teniendo en cuenta los valores del paraje y las figuras de protección del entorno. Entre estas están la Reserva de la Biosfera de las Cuencas Altas y su Zona de Transición, el Parque Nacional y su Zona Periférica, o el Lugar de Importancia Comunitaria de la Cuenca del Guadarrama. Los prados del piedemonte ya no se consideran un mero soporte para la actividad inmobiliaria, y los robles y fresnos de este han crecido, de modo que convendría adecuar su evaluación ambiental a la realidad actual.
Se ha alegado asimismo que el Estudio es contrario a las Normas Subsidiarias de 1991, al dirigir el tráfico rodado hacia la calle Careto, y que las dificultades interpretativas de esas Normas requieren una modificación del planeamiento para permitir innovaciones. Y, finalmente, que estos suelos de carácter rústico no deben ser clasificados como urbanizables por carecer de servicios que justifiquen tal calificación.
En este sentido abundaba la Consejería de Medio Ambiente al desautorizar el Avance de Plan General de 2019. Respecto a la Cerca de En Medio: “Los servicios urbanos aparecen muy deteriorados, probablemente no funcionales”. Además, cualquier propuesta debía ajustarse “a las necesidades realmente acreditadas, liberando las zonas más arboladas, de clara vocación forestal”.
El bloque actual –Sierra Jardín– da la impresión de que el promotor construyó aquí por despiste un proyecto para el extrarradio de Madrid. Eran tiempos de desafueros urbanísticos, cuando a partir del Balcón de la Peñota se quería ir salpicando las faldas de esa bella montaña de chalets. Hoy la filosofía debe ser otra, así que si realmente hay que construir en este prado, que sean casas acordes con el tejido urbano molinero, aisladas de forma que no necesiten calefacción central, y para vecinos, no inversores.
Comentaba asimismo la Consejería que entonces había censadas en Los Molinos “2.870 viviendas familiares, de las que 1.640 eran principales (57,1%), 1.050 secundarias (36,6%) y 180 (6,3%) estaban vacías”. Esto sin contar los solares urbanos vacíos. El foco, pues, se podría poner en estos espacios desaprovechados, si es necesario que el pueblo crezca.
Se ha alegado –y es una inquietud que compartimos– que por el impacto de las obras previstas, debe tramitarse un procedimiento de evaluación ambiental estratégica, teniendo en cuenta los valores del paraje y las figuras de protección del entorno. Entre estas están la Reserva de la Biosfera de las Cuencas Altas y su Zona de Transición, el Parque Nacional y su Zona Periférica, o el Lugar de Importancia Comunitaria de la Cuenca del Guadarrama. Los prados del piedemonte ya no se consideran un mero soporte para la actividad inmobiliaria, y los robles y fresnos de este han crecido, de modo que convendría adecuar su evaluación ambiental a la realidad actual.
Se ha alegado asimismo que el Estudio es contrario a las Normas Subsidiarias de 1991, al dirigir el tráfico rodado hacia la calle Careto, y que las dificultades interpretativas de esas Normas requieren una modificación del planeamiento para permitir innovaciones. Y, finalmente, que estos suelos de carácter rústico no deben ser clasificados como urbanizables por carecer de servicios que justifiquen tal calificación.
En este sentido abundaba la Consejería de Medio Ambiente al desautorizar el Avance de Plan General de 2019. Respecto a la Cerca de En Medio: “Los servicios urbanos aparecen muy deteriorados, probablemente no funcionales”. Además, cualquier propuesta debía ajustarse “a las necesidades realmente acreditadas, liberando las zonas más arboladas, de clara vocación forestal”.
El bloque actual –Sierra Jardín– da la impresión de que el promotor construyó aquí por despiste un proyecto para el extrarradio de Madrid. Eran tiempos de desafueros urbanísticos, cuando a partir del Balcón de la Peñota se quería ir salpicando las faldas de esa bella montaña de chalets. Hoy la filosofía debe ser otra, así que si realmente hay que construir en este prado, que sean casas acordes con el tejido urbano molinero, aisladas de forma que no necesiten calefacción central, y para vecinos, no inversores.
Comentaba asimismo la Consejería que entonces había censadas en Los Molinos “2.870 viviendas familiares, de las que 1.640 eran principales (57,1%), 1.050 secundarias (36,6%) y 180 (6,3%) estaban vacías”. Esto sin contar los solares urbanos vacíos. El foco, pues, se podría poner en estos espacios desaprovechados, si es necesario que el pueblo crezca.
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