"Uno no es feliz porque lo diga la ley, ni se prescribe felicidad mediante una ordenanza municipal. Pero un alcalde italiano ha inaugurado una concejalía para que sus paisanos vivan con más alegría. «Me he convertido ya en un icono de la felicidad, al igual que mi pueblo, al que he situado en el mapa, pues me han hecho entrevistas medios de todo el mundo», dice Ivan Dall'Ara, 59 años, alcalde de Ceregnano, pueblo véneto de 4.000 habitantes en el nordeste de Italia".
Así comienza el artículo al que puedes acceder pinchando en el título, más arriba.
Como dice esta reseña de prensa, porque lo diga la ley en cualquiera de sus niveles o un organigrama, las personas no vamos a ser felices... No.
Sin embargo, nuestros comportamientos concretos en el ambiente, en el entorno en el que trabajamos, convivimos y nos movemos, propician la generación de las condiciones necesarias que nos permiten "atrevernos" a considerar la posibilidad de que sí podemos ser felices.
Podemos comenzar por ofrecer a los demás todo tipo de gestos que cambien nuestras percepciones e interpretaciones sobre la realidad que nos rodea. Si a esto le sumas una demostración de consideración, de atención "al otro" cuando nos ofrece un detalle en este sentido... será más fácil que cambiemos nuestros paradigmas mentales acerca de la posibilidad de ser felices.
¿Dónde podemos practicarlo? En nuestro pueblo, por ejemplo.
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