28 de marzo de 2021

Podas

Aun reconociendo la labor voluntariosa de la brigada municipal, queremos recordar los beneficios ecosistémicos del arbolado urbano al proporcionar sombra, sustrato de nidificación, protección ante la contaminación vial y belleza al entorno. Estos son plátanos de cañada, separados de la calzada. Sobre este tipo de podas -que impiden el crecimiento en altura y generan brotes epicórmicos, signos de estrés- dice la Ley 8/2005 de protección y fomento del arbolado urbano de la Comunidad:
Artículo 3. Prohibición de podas drásticas e indiscriminadas.
1. Queda prohibida la poda drástica, indiscriminada y extemporánea de todo árbol protegido por esta Ley.
Según un protocolo que utiliza el ayuntamiento de Madrid, “la mejor poda es la que no se hace”, y en todo caso “la poda no consiste en cortar ramas” sino en “un diálogo entre el podador y el árbol”, respetando la “unidad arquitectural”. Y “la poda genera poda”, porque las agresiones “conllevan a un envejecimiento prematuro y un alto riesgo de fractura, que obliga a intervenir por razones de seguridad”. Así, en un paciente ya malherido se justifica la cirugía mayor. Pero proponemos evolucionar -conforme a la ley- hacia otro cuidado más dialogante.

Recomendamos esta charla del señor Selga, experto en arboricultura urbana. Habla del árbol como como valor y como patrimonio, o sea un bien que se trasmite, y del
sambenito ornamental”, que se interpreta como “accesorio”, y así ha banalizado la gestión del arbolado. Sin obviar los condicionantes de situación y seguridad, afirma que “si no hay razones, no se debe plantear la poda”. Y explica que el “dilema de más arriba o más abajo” no es tal. La clave es distinguir entre ramificación y reiteración para saber cómo el árbol responderá.

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