El próximo día 26, Día de las Vías Pecuarias y los Caminos Públicos, se propone difundir la situación del patrimonio caminero, con sus valores y las usurpaciones y abandonos que sufre por acción u omisión de las administraciones. Se busca asimismo concienciar a la ciudadanía sobre la caminería y la necesidad de su catalogación, defensa y conservación.
Así, en este municipio, la Cañada Real de Merinas sufre ocupaciones por casas, calles y aparcamientos, o por las antiestéticas construcciones del Canal. Su trazado, en principio de hasta 75 m de ancho (mientras que un cordel es de hasta 37,5 m y una vereda de hasta 20 m), en muchas partes se estrangula. Sigue sin ser deslindada y amojonada, lo que la protegería, mientras que Vías Pecuarias viene desafectando parcelas para vendérselas a ocupantes hasta ese momento fuera de la ley. De hecho, los propietarios de casas en la Cañada registradas después de 1950 que no se han podido desafectar piden que se reduzca aún más su anchura, para así poder regularizar su situación.
Cordel del Toril |
En el entorno del Cordel de Castilla, que parte hacia Navacerrada entre Jarahonda y la Golondrina, los caminantes son amedrentados por guardas y vigilantes, con el aval de sus mayores, que no les gusta oír hablar de vías pecuarias, por mucho que el personal de a pie junto con los participantes del centro de acogida ya cerrado hayan querido respetar (e incluso aprovechar) la caminería y convivir.
Vereda de Roblepoyo (arranque) |
Hacia Collado Mediano, la Vereda de la Ventilla y los caminos aledaños se han convertido en circuito de motocrós, ante la pasividad de las autoridades. Andar por ahí es exponerse a atropellos, estruendos y humos, ya que se ve que para estos deportistas, a más emisiones, más disfrute.
Lo suyo, ante la apropiación de estas vías, sería que tanto ediles como fuerzas y cuerpos se acordasen de que son servidores públicos y les incumbe defender el patrimonio público. Y una vía pecuaria es eso: patrimonio y público. También lo son sus ecosistemas y sus estructuras vernáculas, y, en fin, en un estado de derecho semejante riqueza no se puede privatizar a las bravas. Su valor puede ser poco evidente para las personas más motorizadas, pero es que son ejes de movilidad sostenible, corredores de biodiversidad e incluso activos de economía local, no solo de pastoreo y trashumancia sino de turismo, en su variante más en boga: el ecoturismo.
Así, un grupo senderista de Fuencarral que suele subir a esta sierra nos comenta que para ellos Los Molinos, por su falta de conectividad caminera desde la estación (a pesar de la excelente cantina, que sí conocen), es poco más que la última parada antes de Cercedilla -lo que cambiaría si pudiesen aprovechar el Camino a Navacerrada, cortado por una inmobiliaria-. Difícilmente habrá mejor ejemplo de cómo la defensa del patrimonio puede traer vida.
Desde Jarahonda |
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